Hasta hace no tanto, pensar en un tractor era imaginar una máquina robusta, ruidosa y dependiente de un operador sentado en la cabina durante horas. Pero eso ya no encaja con la realidad de lo que está ocurriendo en el campo. Porque mientras muchos aún asocian la agricultura a métodos tradicionales, gigantes como John Deere han dado un salto que, sinceramente, parece de ciencia ficción: tractores que se conducen solos, que entienden su entorno y que lo hacen todo sin nadie tocando el volante.
Y no, no estamos hablando de prototipos futuristas ni de pruebas limitadas en entornos de laboratorio. Estamos hablando de máquinas reales, funcionando ya en explotaciones reales, con una autonomía que hace unos años habría parecido sacada de una película de ciencia ficción.
Tractores que se manejan solos
En Chile ya estamos acostumbrados a convivir con la tecnología en prácticamente todo, desde ver series en streaming hasta explorar plataformas de ocio digital como Casino LeoVegas en Chile, por eso hoy sorprende un poco menos ver cómo incluso el campo incorpora soluciones autónomas que hace unos años parecían pura fantasía.
Si hace no tanto los drones eran la gran novedad tecnológica en huertos y viñedos, ahora esa evolución llega a una escala mucho mayor. El modelo 9RX encarna perfectamente este salto, una máquina imponente con dieciséis cámaras, sensores LiDAR y visión completa de 360 grados capaz de interpretar su entorno con enorme precisión. Toda esta información viaja a un sistema de inteligencia artificial que decide en apenas cien milisegundos si debe seguir avanzando, esquivar un árbol o detenerse para evitar un riesgo.
A través de una app móvil, el agricultor puede configurar el recorrido, lanzarlo con un simple deslizamiento de dedo y supervisar toda la operación en tiempo real desde el móvil o la tablet. Si aparece algún imprevisto como una manguera dañada, un obstáculo inesperado o incluso un enjambre de abejas, el sistema lo detecta al instante y envía una notificación inmediata.
Mucho más que un tractor
Pero esto va más allá del clásico campo de trigo. John Deere ha desarrollado versiones autónomas para contextos muy distintos. Hoy existen tractores compactos que pulverizan huertos frutales sin operarios, volquetes autónomos para canteras que pueden mover hasta cuarenta toneladas sin conductor y cortacéspedes eléctricos capaces de trabajar en silencio y con visión total del entorno.
Toda esta flota se apoya en una arquitectura común, basada en procesamiento de visión con GPU Nvidia, sensores de última generación y un sistema GPS que ofrece una precisión milimétrica. En conjunto, forma una plataforma sólida donde la máquina individual es únicamente una parte de un engranaje digital mucho más amplio.
¿El futuro? Ya está aquí, pero no es barato
Claro, nada de esto es precisamente accesible. El modelo 9RX puede superar el millón de dólares, y eso sin extras. Las opciones disponibles parecen sacadas de un catálogo de lujo, con asientos con masaje, refrigerador integrado, pantalla táctil con radio y USB o un volante revestido en cuero. Y pese al precio, lo que realmente ha generado debate son las restricciones para repararlos, que han provocado que algunos usuarios terminen hackeando sus propias máquinas para poder mantenerlas.
Y ahora, qué viene
Si alguien pensaba que la digitalización iba a dejar fuera al mundo rural, se estaba perdiendo la mejor parte.
Los tractores actuales ya no funcionan únicamente por fuerza mecánica, porque también aprenden, analizan y se comunican con una precisión capaz de transformar por completo la forma en que producimos nuestros alimentos. Lo que antes se definía como barro, músculo y ruedas gigantes ahora también implica datos, sensores y algoritmos. Y aunque la silueta del tractor siga imponente en medio del campo, el volante ya no necesita manos para avanzar.

































