El lúpulo es uno de los pilares esenciales en la elaboración cervecera, y en Cervecería Kunstmann no solo representa un ingrediente: es parte de la identidad. Como planta trepadora de la familia Cannabaceae, el lúpulo es reconocido por aportar amargor, aroma y estabilidad microbiológica a la cerveza, y su uso define en buena parte el carácter de cada estilo.
En Kunstmann, el trabajo con lúpulos combina tradición alemana y exploración contemporánea. Las variedades Hallertauer Tradition (Alemania), Citra y Cascade (EE.UU.) son parte clave del portafolio actual, seleccionadas por su perfil aromático y el equilibrio de alfa-ácidos, fundamentales para definir la intensidad de amargor.
«Nuestro enfoque siempre ha sido respetar el origen, pero también interpretar el presente«, señalan María Paz Calderón, Maestra Cervecera de Kunstmann, que ha sabido integrar lúpulos de la vieja escuela con expresiones frutales y cítricas propias de la nueva ola estadounidense.
Uno de los hitos recientes fue el desarrollo de Fresh Hop, una cerveza que significó un punto de inflexión para la marca. Este desarrollo tomó más de un año de pruebas e incluyó visitas a campos de cultivo en Yakima, Washington, para profundizar en el origen del lúpulo y estrechar la relación con proveedores internacionales.
Pero la innovación también se cultiva en casa. Kunstmann cuenta con un patio experimental de lúpulo en Valdivia, con 2 a 3 variedades cultivadas a pequeña escala para uso exclusivo de su edición Fresh Hop. Esta cerveza es producida con lúpulo fresco, cosechado y utilizado en menos de 24 horas para evitar procesos de oxidación y pérdida aromática. En su versión más reciente, se utilizó una técnica de destilación de aceites esenciales en colaboración con la empresa local Lupuloid, lo que permitió intensificar los aromas y mejorar la estabilidad sensorial de la cerveza en el tiempo con ingredientes de máxima calidad.
“El resultado fue una mezcla exclusiva e irrepetible. Al destapar la lata, el consumidor se encuentra con un golpe aromático fresco, verde, con notas de pasto recién cortado y matices florales únicos”, explica María Paz Calderón, Maestra Cervecera de Kunstmann.
Además del trabajo experimental, la cervecería participa en instancias colaborativas con productores locales de lúpulo, como parte de una visión a largo plazo. Si bien la superficie cultivada en Chile aún es limitada, Kunstmann apuesta por el desarrollo territorial y cree en el potencial del país como futuro exportador: “Chile podría posicionarse como un origen boutique de lúpulo. Tenemos condiciones geográficas que permiten cultivar variedades diferenciadas y únicas, comenta María Paz Calderón.
Desde el punto de vista técnico, la cervecería evalúa cada lote de lúpulo (importado o local) mediante análisis certificados, que garantizan los porcentajes de alfa y beta ácidos, aceites esenciales y el perfil sensorial deseado. Esta rigurosidad permite vincular cada variedad con estilos cerveceros específicos, potenciando la expresividad del ingrediente en la receta.
En un contexto donde las tendencias globales apuntan al refinamiento sensorial, al aroma sobre el amargor, y a cervezas más elegantes que intensas, Kunstmann sigue ampliando su portafolio. El reto no es solo innovar, sino también adaptarse a los cambios del paladar sin perder la calidad y la identidad.