La iniciativa busca reducir la dependencia de importaciones y llevar la biotecnología a lugares remotos y salas de clase, mediante ciencia colaborativa y tecnologías libres.

¿Es posible hacer ciencia de punta sin depender de costosos equipos importados? Un grupo de investigadores del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio) lo está demostrando con hechos: están desarrollando sus propios reactivos biológicos y equipamientos científicos de bajo costo, utilizando tecnologías abiertas y colaborativas. Todo esto, con el objetivo de reducir la dependencia externa y fomentar la autonomía científica y educativa en el país.

“Buscamos que hacer biotecnología en terreno o en el aula no dependa del acceso a un laboratorio de última generación en Santiago o del envío de productos desde Estados Unidos”, explica Séverine Cazaux, investigadora de iBio. “Estamos impulsando un modelo colaborativo de propiedad intelectual que fomenta el libre acceso, reproducción y hasta comercialización por terceros”, añade la científica.

El proyecto se articula en dos grandes áreas: la producción de reactivos biológicos abiertos y el desarrollo de la infraestructura necesaria para utilizarlos. En el primer caso, los investigadores han adoptado un enfoque innovador que prescinde del uso de células vivas. Si bien durante décadas la ciencia ha utilizado células como pequeñas fábricas para producir proteínas y enzimas, el equipo de iBio ha optado por un método “cell-free” -libre de células- que consiste en extraer los componentes activos de las células para fabricar reactivos sin necesidad de mantenerlas vivas.

“El ‘jugo’ celular que obtenemos sigue funcionando como una fábrica biológica, pero sin los riesgos que implican organismos vivos. Se puede secar y transportar como una sopa instantánea, lo que permite hacer ciencia en zonas remotas con total seguridad”, detalla Cazaux. Esta tecnología ya les ha permitido producir reactivos para pruebas como PCR o LAMP en terreno, después de viajes en avión o varias horas por carretera.

Para complementar esta estrategia el equipo ha creado e integrado equipamientos científicos de bajo costo y código abierto, como termocicladores portátiles, incubadoras y colorímetros, desarrollados junto a una red internacional de colaboradores. Gracias a esto han logrado ejecutar protocolos de biología molecular con profesores de colegios de regiones como Magallanes y Los Ríos, donde la infraestructura de laboratorio es escasa.

A través del trabajo de la red global Reclone, cofundada durante la pandemia por el Dr. Fernán Federici y la Dra. Jenny Molloy, más de 500 laboratorios en 50 países ya acceden a protocolos abiertos y materiales para producir reactivos esenciales. La iniciativa fue reconocida por la Chan Zuckerberg Initiative y destacada en la revista Science.

“Hemos probado estas tecnologías con profesores en regiones como Los Ríos y Magallanes, y los resultados son prometedores. Estamos demostrando que, con creatividad, colaboración y ciencia abierta, es posible hacer biotecnología de calidad en cualquier parte del país”, afirma Cazaux.

El equipo de iBio continuará expandiendo esta red de colaboración y adaptando sus desarrollos a nuevas necesidades educativas y científicas. Su meta apunta a inspirar a más personas a apostar por la ciencia accesible, colaborativa y hecha a la medida de cada comunidad.

 

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