Un estudio del académico y agroclimatólogo Patricio González Colville, de la Universidad de Talca, revela que el invierno 2025 en la zona central de Chile se presenta como un periodo atípico y extremo. Se espera una sucesión de fuertes lluvias —que ocurrirían en episodios cortos de uno a dos días— seguidas por prolongados periodos de frío intenso, con temperaturas bajo cero, heladas y nieblas instagram.com+11portalfruticola.com+11diariofruticola.cl+11.
Impactos previstos en agricultura
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Inundaciones y drenaje deficiente: Estos eventos climáticos pondrían a prueba los sistemas de evacuación en zonas rurales y urbanas, aumentando el riesgo de anegamientos .
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Heladas severas: Las temperaturas después de los temporales podrían descender a −3 °C a −4 °C, lo que amenaza cultivos sensibles como hortalizas y plantas en invernaderos, especialmente en las regiones del centro–sur portalfruticola.com+1biobiochile.cl+1.
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Estrés hídrico persistente: A pesar de las lluvias más intensas, es probable que al final del invierno el déficit hídrico aún afecte a zonas agrícolas que van desde Coquimbo hasta La Araucanía facebook.com+15portalfruticola.com+15biobiochile.cl+15.
🧭 Recomendaciones para los agricultores
Según el experto, es esencial que los productores adopten medidas preventivas desde julio y agosto, los meses más críticos del invierno. Entre las acciones recomendadas destacan:
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Monitoreo constante del clima para anticipar y responder a heladas o lluvias intensas.
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Refuerzo de sistemas de drenaje, tanto en campo como en infraestructura urbana.
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Coberturas protectoras, calefacción en invernaderos o uso de tecnificación agrícola para proteger cultivos delicados.
Contexto climático
Este patrón de clima extremo es considerado “un invierno extremo producto del cambio climático”, con un comportamiento cada vez más errático: lluvias breves y torrenciales, seguidas de frío prolongado y heladas biobiochile.clportalfruticola.com.
📰 Conclusión
El invierno 2025 planteará un desafío significativo para la agricultura chilena. No solo pondrá a prueba la infraestructura y los sistemas de riego, sino que también exigirá una planificación proactiva para proteger cultivos sensibles. El monitoreo continuo y las medidas preventivas serán claves para minimizar pérdidas y asegurar la productividad en un escenario climático cada vez más adverso.