Tecnología para una agricultura resiliente

0
58
  • Chile ha construido gran parte de su identidad en torno a la agricultura, un sector que no solo provee alimentos, sino que también impulsa empleo, exportaciones y desarrollo territorial. Sin embargo, hoy enfrenta un escenario desafiante: crisis climática, escasez hídrica, presión sobre los costos y una demanda global de alimentos en aumento.

El problema no es menor. Según la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), en Chile, cerca de un 34% de los agricultores declara no invertir en equipamiento tecnológico, y quienes lo hacen renuevan sus equipos cada cinco años o más. A esto se suma que un 70% de las pymes mantiene bajos niveles de digitalización, de acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Una brecha que limita la competitividad frente a mercados internacionales cada vez más exigentes en trazabilidad, eficiencia y prácticas sostenibles. ¿Cómo podemos esperar que nuestra agricultura siga siendo motor económico si no habilitamos condiciones para que incorpore inteligencia artificial, sensores, drones y sistemas de riego inteligente?

Las evidencias ya son claras. La incorporación de drones para monitoreo de cultivos permite reducir pérdidas por plagas y optimizar cosechas; actualmente operan más de 300 mil unidades a nivel global y su uso en Chile crece exponencialmente, conforme al reporte “Tecnologías y Empleo en la Agricultura: Contextos Globales y Regionales” elaborado por el Observatorio Laboral Araucanía. Los sensores de humedad y nutrientes entregan datos en tiempo real para ajustar decisiones críticas, mientras que la analítica predictiva, soportada por inteligencia artificial, anticipa escenarios climáticos adversos. Se estima que hacia 2030 el mundo enfrentará un déficit del 40% entre oferta y demanda de agua, lo que hace urgente masificar tecnologías de riego eficiente y reutilización hídrica.

Desde ACTI hemos planteado en nuestro documento posicional que la clave está en el uso estratégico de la tecnología en sectores productivos tradicionales, entre ellos la agroindustria. Proponemos una política pública intersectorial entre el Ministerio de Economía y el de Agricultura que impulse programas de adopción tecnológica, reduzca costos y aumente la productividad en territorios rurales. Asimismo, insistimos en que la inteligencia artificial sea habilitada como motor de productividad, financiando líneas de investigación aplicada en agricultura y garantizando marcos normativos que promuevan la innovación sin sobrerregulación.

El rol de la tecnología no se agota en la eficiencia. También es una herramienta para la inclusión regional. Los sistemas de monitoreo remoto, el acceso a plataformas colaborativas y el e-commerce agroalimentario permiten a productores de zonas aisladas conectarse con mercados globales. Esto abre la puerta a descentralizar oportunidades y a que la economía digital se convierta en un vector de desarrollo territorial.

La agricultura del futuro no puede construirse de espaldas a la transformación digital. Requiere inversión en talento, marcos regulatorios inteligentes y una alianza sólida entre Estado, empresas y academia. Los países que han logrado liderar esta transición lo hicieron equilibrando protección y fomento a la innovación. Chile tiene la oportunidad de replicar ese camino, pero debe decidirse a tiempo.

Si algo nos enseña la historia agrícola de Chile es que siempre hemos sabido adaptarnos. Hoy esa adaptación se llama digitalización y apostar por ella no es una opción, es una necesidad estratégica para el futuro de nuestro país.

Google News Portal Agro Chile
Síguenos en Google Noticias

Equipo Prensa
Portal Agro Chile