- Marcelo Mena, ex ministro del Medio Ambiente en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, y Carolina Urmeneta, ex jefa de la Oficina de Cambio Climático en el gobierno de Sebastián Piñera, trabajan juntos desde el Global Methane Hub, organización global con base en Chile y dedicada exclusivamente a reducir las emisiones de metano a escala planetaria. Ambos simbolizan algo poco común en la política climática global: cooperación permanente entre personas que provienen de gobiernos de distinto signo político, pero que comparten la urgencia de actuar.
Belém, Brasil.- En medio de un escenario donde la agenda climática internacional enfrenta divisiones políticas y retrocesos en varios países, la lucha contra las emisiones de metano —el segundo gas de efecto invernadero más relevante y uno de los mayores responsables del calentamiento acelerado del planeta— ha logrado mantener un rumbo claro y creciente. Y al centro de ese esfuerzo global hay dos chilenos: Marcelo Mena, ex ministro del Medio Ambiente en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, y Carolina Urmeneta, ex jefa de la Oficina de Cambio Climático en el gobierno de Sebastián Piñera.
Hoy ambos trabajan juntos en el Global Methane Hub (GMH), la mayor alianza global dedicada exclusivamente a reducir emisiones de metano a escala planetaria, sostenida por la filantropía internacional, y alianzas con gobiernos y agencias multilaterales. Desde allí han impulsado que la acción a corto plazo para reducir el metano se convierta en uno de los temas estratégicos más relevantes de las últimas cumbres climáticas, y en particular de la COP30 que se desarrolla en Belém, Brasil. La premisa central: reducir metano es aplicar un “freno de emergencia” al calentamiento global, porque los resultados se ven en pocos años, no décadas.
Solo durante este año, el Global Methane Hub ha movilizado más de US$120 millones para financiar iniciativas de mitigación, investigación y transformación de sistemas productivos en decenas de países. Y durante la COP30, Marcelo Mena y Carolina Urmeneta han promovido las negociaciones entre países, compromisos multilaterales e iniciativas de financiamiento que han permitido que la agenda del metano pase de las declaraciones a los resultados, consolidando una coalición diversa que incluye a gobiernos progresistas, conservadores, ciudades intermedias, organizaciones comunitarias y actores privados.
“Reducir metano es la acción más rápida para desacelerar el calentamiento global en esta década. No estamos hablando de promesas futuras, sino de medidas que muestran resultados en pocos años. Si queremos mantener la meta de 1,5°C al alcance, tenemos que aplicar este freno de emergencia ahora. La agenda del metano avanza porque se construye desde la implementación y no desde la polarización. Hemos logrado que gobiernos de distintos signos políticos, ciudades, empresas y filantropía trabajen juntos en soluciones concretas. Eso demuestra que la acción climática puede ser un espacio de cooperación real”, afirma Marcelo Mena.
En materia de residuos orgánicos y podas, donde se origina cerca del 20% del metano global, el GMH impulsa inversiones, cooperación técnica y marcos regulatorios para ciudades y gobiernos. Esta semana, en el marco de la COP30, se destacó la inauguración de la primera planta pública de compostaje de Belém, operada junto a organizaciones de recicladores, como parte de la transformación que la ciudad está emprendiendo para eliminar la disposición de residuos orgánicos en basurales y rellenos sanitarios. La iniciativa busca demostrar un modelo escalable para otras ciudades en América Latina y el mundo.
“La agenda de mitigación de metano permita resaltar la costo-efectividad del sector residuos, tanto con la captura del biogás para generación de energía, como también con la prevención del desperdicio de alimentos y la eliminación de disposición de orgánicos en rellenos sanitarios. Esta no es solo una agenda ambiental, es una agenda que moviliza inversión y que genera empleo: crea cuatro veces más puestos de trabajo que la disposición tradicional, y ya son 22 las ciudades del C40 que están en camino a reducir 1.2 millones de toneladas de metano a 2030”, señala Carolina Urmeneta.
Avances con resultados concretos
A nivel internacional, han logrado que la agenda de metano pase de las declaraciones a la implementación, con nuevas alianzas reguladoras en energía, programas para modernizar la gestión de residuos urbanos, y compromisos para cambiar prácticas agrícolas desde la producción de arroz hasta la fertilización, y ambos han sido decisivos en las negociaciones para impulsar compromisos de instituciones, empresas y gobiernos.
Durante la Cumbre Global de Metano y Otros Gases de Efecto Invernadero, Brasil, China y Reino Unido anunciaron más de US$250 millones en políticas y alianzas para acelerar la reducción de metano y otros supercontaminantes, junto con la creación del Super Pollutant Country Action Accelerator, que apoyará a 30 países en desarrollo a institucionalizar unidades permanentes de gestión y mitigación en sus gobiernos.
En agricultura, el Global Methane Hub impulsa la transición hacia sistemas de cultivo de arroz de bajo consumo hídrico, una práctica que reduce significativamente las emisiones de metano y mejora la seguridad hídrica de los productores. En paralelo, el Enteric Fermentation R&D Accelerator ha movilizado más de US$100 millones en investigación aplicada para transformar la ganadería mediante mejoras en alimentación, genética y manejo productivo.
En residuos, hoy se consolidó el lanzamiento de NOW! (No Organic Waste), que busca reducir 30% las emisiones de metano del sector al 2030 y eliminar la disposición de residuos orgánicos en vertederos al 2040 mediante reformas regulatorias, inversión en infraestructura, compostaje local, captura de biogás y financiamiento híbrido público-privado.
El rol de Marcelo Mena y Carolina Urmeneta ha sido decisivo para otorgar dirección técnica, sentido de urgencia y una lógica de colaboración transversal entre gobiernos de distinto signo, ciudades, empresas y financiamiento filantrópico. Y al mismo tiempo, simbolizan algo poco común en la política climática global: cooperación permanente entre personas que provienen de gobiernos de distinto signo político, pero que comparten la urgencia de actuar. Juntos, han demostrado que la diplomacia climática no se construye solo en la negociación de textos, sino en alianzas concretas, soluciones replicables, financiamiento real y proyectos que generan cambios reales.
Mientras la discusión climática internacional se polariza, la agenda del metano avanza con base en resultados concretos, pruebas de impacto y modelos replicables. Y el liderazgo chileno —en diálogo técnico, diplomático y operativo— se consolida como una pieza clave de esta nueva etapa.


































