Gracias al Programa de Transición a la Agricultura Sostenible (TAS), una iniciativa de cobertura nacional de INDAP ejecutada por INIA, que en la Región de Valparaíso benefició a 65 pequeños productores han comenzado a rediseñar sus predios y adoptar prácticas agroecológicas acorde a sus realidades locales.

Como parte de esta transformación, se desarrolló un completo calendario de capacitaciones grupales, cuyo tema central fue el Diseño Predial Agroecológico. Estas actividades se ejecutaron de manera simultánea en cuatro provincias de la región: San Antonio, Valparaíso, Marga Marga y Quillota, permitiendo a los productores compartir experiencias y conocimientos desde distintas comunas.

Los encuentros se llevaron a cabo en lugares claves para cada territorio: Santo Domingo, sector El Convento en el predio de Judith Peñailillo; Casablanca en el sector Las Dichas, predio de propiedad de Carmen Cárdenas; Cartagena en el predio de Claudio Ochoa; y en las provincias de Marga Marga y Quillota, en Nogales en el predio de Rosa Díaz, en Limache predio de Enrique Jorquera y en La Cruz predio de Héctor Argandoña.

Las jornadas fueron dirigidas por el Dr. Aart Osman junto a los asesores del TAS, Pablo Espinoza (para Marga Marga y Quillota) y Gabriel Castro (para Valparaíso y San Antonio), quienes contaron además con el valioso respaldo de los profesionales de las Oficinas de Área de INDAP y de los equipos Prodesales de cada comuna, garantizando un trabajo articulado, territorial y con enfoque en el fortalecimiento de redes locales. 

Para el equipo de INIA y los asesores TAS, este programa no solo mejora la producción, sino que fortalece la identidad rural, el sentido de pertenencia y el compromiso con una agricultura que cuida la tierra, el agua y las comunidades.

Gabriel Castro, asesor del programa en la provincia de Valparaíso y San Antonio, relata cómo estas capacitaciones han permitido realizar un diagnóstico agroecológico predial, identificando las brechas en biodiversidad, manejo de residuos, reciclaje de nutrientes, materia orgánica en el suelo y conexiones ecológicas entre los componentes del predio.

“Cada agricultor dibujó su campo, sus gallineros, huertos, composteras, zonas de cultivo, y juntos detectamos qué elementos agroecológicos les faltaba incorporar. Luego, los rediseñaron con las mejoras propuestas. Fue muy potente ver cómo ellos mismos identificaron los cambios necesarios”, señala Castro.

Para Pablo Espinoza, también asesor TAS, para las provincias de Quillota y Marga Marga, el valor de estas actividades radica en que los agricultores reflexionan sobre sus sueños, sus prioridades productivas y las posibilidades reales de mejorar la sostenibilidad de su campo. “Muchos incorporaron biofábricas, bandas florales o mejoras en el suelo. Pero lo más valioso fue verlos interactuar, compartir ideas y proyectar alianzas futuras”, comenta.

Dr. Aart Osman, experto en agroecología de INIA, destaca que estos talleres son esenciales para reconectar a los productores con los principios de la agroecología, como aumentar la biodiversidad, reciclar nutrientes y eliminar gradualmente el uso de agroquímicos. “Los agricultores valoran estas instancias y lo aplican de inmediato en su campo”, afirma.

Testimonios que inspiran

La agricultora Judith Peñailillo, del sector Las Viñas en Santo Domingo, cuenta con orgullo cómo gracias al TAS mejoró su sistema de riego. “Plantaba solo en bancales, pero me faltaba agua al sembrar en tierra. Con la ayuda del asesor, implementamos un sistema de riego directo desde un bidón. Eso me cambió la vida, ahora puedo plantar más”, relata.

En Casablanca, Carmen Cárdenas valoró la asesoría para optimizar el uso del agua y mejorar la fertilización natural de su huerto. “El TAS llegó justo cuando más lo necesitaba. Aprendí a hacer compost, aplicar biofertilizantes y a planificar mejor mi predio”, comenta.

Desde Lo Gallardo, San Antonio, Camilo Guzmán, dedicado a las hortalizas, considera que el programa ha sido un aporte técnico y humano invaluable. “Gracias al TAS mejoré mi sistema de riego, manejo el suelo de forma más natural y aprendí a usar biofertilizantes. Mi sueño es que un día pueda vivir solo de lo que produzca con mis manos”, dice emocionado.

La agricultora Sonia Farías, de Santo Domingo, valora especialmente el aprendizaje de técnicas naturales y el cambio de mentalidad. “Antes pensaba que la agricultura era solo con químicos. Hoy aplico fertilizantes naturales, uso compost, y siento que nuestra producción es más sana para todos”, comenta.

Por su parte, Catalina Chacón, de Algarrobo, destaca cómo el TAS le devolvió su conexión con la tierra tras jubilarse. “Este programa me cambió la vida. Mi parcela pasó de estar abandonada a tener huerta, invernadero y hasta lombricultura. Fue justo lo que andaba buscando”, asegura.

Claudio Ochoa, de Cartagena, se mostró sorprendido por los resultados del uso de biofertilizantes. “Mejoraron mis suelos, resistieron mejor las heladas y ahora veo que es posible producir sin tanto químico. Esto me dio las herramientas para atreverme”, cuenta.

Enrique Jorquera, agricultor de Limache, compartió su experiencia y motivación para mantenerse activo en el campo, liderando un proyecto de tomates tradicionales que inició en 2013, cuando decidió recuperar el sabor de los tomates antiguos y acercarlos nuevamente a la gente. “Partimos regalando tomates en las verdulerías para que la gente volviera a probar su sabor de verdad”, recordó.

Enrique valoró cómo la demanda creció de boca en boca, llegando incluso a mercados y supermercados interesados en estas variedades no intervenidas, cultivadas sin agroquímicos y bajo condiciones tradicionales. Reconoció que el cambio climático y la escasez hídrica han hecho más difícil la tarea, pero asegura que sigue con la misma energía y pasión de siempre. “Me siento orgulloso, no me canso. La mente la tengo como si tuviera 15 años”, afirmó, destacando que su mayor satisfacción es mantener viva la forma ancestral de cultivar y contribuir a una agricultura más natural y saludable.

Angélica Rojo, productora del sector Los Caleos en Nogales, destacó el valor de estos talleres por el intercambio de experiencias entre agricultores. “Estos talleres enriquecen porque uno comparte ideas con otros. Por ejemplo, yo tengo abejas, y otros también, pero de otra forma. Así vamos aprendiendo e intercambiando”, comentó. Además, valoró cómo estas capacitaciones han aportado a ordenar y mejorar la gestión de su predio, avanzando hacia una producción más natural y orgánica.

“Queremos dejar los químicos y producir alimentos más saludables para nosotros, nuestras familias y la comunidad. Estos espacios nos permiten crecer en forma más natural, compartir sueños y aprender en conjunto”, señaló Angélica, quien además es técnico agrícola y decidió quedarse en el campo para trabajar la tierra y mantener viva su vocación.

“Esta actividad es en beneficio de todos, porque nos permite ver qué tenemos, qué nos falta y cómo podemos avanzar. Compartimos ideas, expusimos nuestros terrenos y, a partir de eso, fuimos mejorando con nuevas propuestas. Lo más valioso es que nos deja como enseñanza que siempre se puede mejorar, crecer y que necesitamos más apoyo para seguir desarrollándonos en lo que estamos”, expresó emocionada.

Entre los beneficiarios que han valorado profundamente esta experiencia se encuentra Rosa Díaz, productora de paltos, hortalizas y nogales del sector El Garretón. Para ella, la actividad de diseñar sus predios y compartir con otros agricultores ha sido una oportunidad para identificar dificultades comunes, recibir apoyo mutuo y proyectar mejoras concretas para sus producciones.

El testimonio de Rosa refleja el sentido comunitario y colaborativo que impulsa el Programa de Transición a la Agricultura Sostenible, donde cada jornada no solo entrega herramientas técnicas, sino que también fortalece redes y vínculos entre productores, generando aprendizajes compartidos y nuevas perspectivas para el futuro de la agricultura familiar campesina.

Este modelo de trabajo, que combina capacitaciones participativas, diagnósticos prediales y asesorías técnicas continuas, no solo ha demostrado ser efectivo en la Región de Valparaíso, sino que también se ha replicado exitosamente en otras regiones del país, ya que el Programa de Transición a la Agricultura Sostenible cuenta con cobertura nacional. Esto ha permitido adaptar las prácticas agroecológicas a distintas realidades territoriales, fortaleciendo la agricultura familiar campesina y promoviendo una gestión más sustentable de los recursos.

Los profesionales a cargo de este programa se mostraron muy satisfechos con los resultados alcanzados en terreno, destacando no solo el compromiso de los agricultores, sino también el impacto positivo que estas prácticas están generando en sus sistemas productivos. Coinciden en que este es el camino para construir la agricultura del futuro: integrando conocimientos ancestrales, ciencia aplicada y, sobre todo, reconociendo el valor de la experiencia, la voz y las manos de quienes día a día cultivan la tierra y alimentan a las comunidades.

Acerca del INIA

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación agropecuaria de Chile dependiente del Ministerio de Agricultura, con presencia de Arica a Magallanes. Su misión es generar y transferir conocimientos y tecnologías estratégicas a escala global, para producir innovación y mejorar la competitividad del sector agroalimentario. www.inia.cl

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