Es apoyada por la Fundación Ciencia & Vida – USS
– La compañía ByBug, fundada en la Región de Coquimbo, transforma residuos orgánicos en proteínas recombinantes –un tipo de molécula con múltiples aplicaciones en salud veterinaria– gracias a una plataforma de biología sintética basada en insectos.
– Aunque muchas enfermedades animales tienen cura, las opciones convencionales son caras y difíciles de aplicar de forma masiva; ByBug avanza en una solución terapéutica masiva y de bajo costo administrada de manera oral a través del alimento.
– En ocho días, las larvas crecen hasta ocho mil veces su peso y, si esto se multiplica por ciclo reproductivo, una unidad puede pasar a mil millones de unidades de biomasa en menos de cuatro meses, explica Daniel Troncoso, CTO y cofundador del proyecto.
La startup ByBug firmó un acuerdo de colaboración con la Fundación Ciencia & Vida, de la Universidad San Sebastián, con el objetivo de potenciar sus avances en múltiples desarrollos biotecnológicos para la salud animal. Uno de ellos es el diseño de una vacuna contra la gripe aviar, que ha sido creada en una plataforma de biología sintética basada en moscas soldado negro (Hermetia illucens).
Nacida en la Región de Coquimbo, la firma nacional utiliza herramientas de ingeniería genética para convertir a las larvas de este insecto –originario de América, hoy presente en todo el mundo y que se caracteriza por su eficiencia en la conversión de materia orgánica en biomasa– en pequeñas “biofábricas” para la producción de proteínas recombinantes. Esta proteína es elaborada por organismos modificados genéticamente para expresar genes de interés.
De esta manera, las crías de moscas soldado negro no solo son utilizados como alimento, sino también como un vehículo terapéutico a través del cual se entregan soluciones farmacológicas por vía oral, resolviendo un enorme problema para la industria de la producción de alimentos: cómo administrar medicamentos o inmunizaciones de forma masiva y económicamente viable.
Este es el caso del prototipo de vacuna para la gripe aviar y otras iniciativas para enfermedades que afectan a aves, salmones o camarones.
“Muchas enfermedades animales tienen cura, pero las soluciones actuales, como las vacunas inyectables, son muy caras y difíciles de aplicar de forma masiva. Por ejemplo, vacunar a cada pollo no es viable económicamente. Hoy el estándar en la industria es eliminar al animal enfermo, porque es más barato que tratarlo. Nosotros ofrecemos una solución oral, masiva y de bajo costo, lo que permite aplicar terapéuticos sin aumentar el precio por animal”, explica Daniel Troncoso, CTO y cofundador de ByBug.
La empresa ha logrado levantar fondos por más de US $1,4 millones, lo que les permitió abrir una oficina comercial en Tulsa, Oklahoma (Estados Unidos) y avanzar hacia su internacionalización. Si bien aún no tienen productos en venta comercial, su pipeline de tecnologías y su modelo de alianzas los posicionan como una de las startups chilenas más prometedoras del sector, según destacan desde la Fundación Ciencia & Vida-USS.
Colaboración con la Fundación Ciencia & Vida
Constanza Sigala, directora de negocios de la institución, señaló que la colaboración busca aportar conocimiento de frontera en ámbitos como la biología computacional y experimental para el crecimiento de ByBug en los mercados globales y el fortalecimiento del componente científico de sus propuestas. “El uso de insectos para procesar residuos orgánicos y transformarlos en insumos no es nuevo. En Chile hay empresas que trabajan usando las larvas como alimento para animales”.
“Sin embargo –enfatizó Sigala– la diferencia con ByBug es que ellos buscan añadirles un ‘plus funcional’, es decir, una proteína con un efecto biológico específico, como un fármaco. Eso es lo verdaderamente innovador: usar estas larvas como plataforma para producir proteínas terapéuticas, lo que tiene aplicaciones directas en salud animal.. Es un proyecto con un enfoque claramente global”.
Desde su nacimiento, al alero del Premio Nacional de Ciencias, el Dr. Pablo Valenzuela, la Dra. Bernardita Méndez y el Dr. Mario Rosemblatt, la Fundación Ciencia & Vida ha impulsado un parque de negocios que agrupa a diversos proyectos biotecnológicos emergentes.
En esta línea, la entidad ha establecido colaboraciones con startups de base científico-tecnológica en su proceso de investigación y desarrollo, así como también en aspectos relacionados a la protección de su conocimiento, el levantamiento de capital y potencial transferencia a mercado.
Actualmente, ByBug se encuentra en fase de validación de sus productos y tecnologías, con pilotos en desarrollo en la industria acuícola y avícola. En este proceso, su colaboración con la institución hoy alojada en la Universidad San Sebastián permitirá acceder a infraestructura y conocimiento especializado, fortaleciendo su capacidad de innovación y desarrollo.
“Nuestro rol desde la Fundación Ciencia & Vida es habilitar, abrir puertas y conectar a los emprendimientos con capacidades científicas y redes estratégicas que aceleren su crecimiento. Trabajamos con empresas como ByBug porque creemos en una biotecnología que resuelve problemas reales, que escala, que aporta a la sostenibilidad y que nace de la ciencia con propósito”, dijo la ejecutiva.
Solución escalable y de bajo costo
Con menos de tres años de operaciones, el corazón de ByBug es su plataforma de biomanufactura basada en larvas de la mosca soldado negro. Este insecto, ampliamente utilizado en desarrollos de reciclaje orgánico, posee características que lo hacen ideal para la biotecnología: crece extremadamente rápido, se alimenta de residuos y su ciclo reproductivo es eficiente. “Sus larvas aumentan 8 mil veces su peso en 10 días, lo que nos da una enorme escalabilidad y bajo costo. Al alimentarlas con una molécula específica, ellas mismas se transforman en el vehículo terapéutico. Luego, al ser consumidas por pollos, peces o vacas, los inmunizan de forma oral contra enfermedades específicas”, detalla Troncoso.
El proceso utiliza herramientas de ingeniería genética en el ADN de las larvas para que éstas expresen proteínas específicas denominadas “recombinantes”. Una vez modificadas, las larvas se crían bajo condiciones controladas, se transforman en harina —un formato familiar para la industria de alimentación animal— y se administran directamente a los animales. Al ingresar por vía oral, las proteínas recombinantes interactúan con el sistema inmunológico intestinal, activando respuestas específicas gracias a la presencia de células inmunes en la mucosa digestiva, un enfoque conocido como inmunización oral mucosal. Y de esta manera prevenir enfermedades infecciosas frecuentes en pollos, salmones, vacas o camarones.
Esta ruta ha sido ampliamente explorada en humanos, pero su aplicación en animales de producción aún es incipiente. Y ByBug busca liderar ese terreno. “Hoy muchas tecnologías ya permiten curar enfermedades animales, pero no se usan porque son muy caras o difíciles de administrar. Con nuestra tecnología, puedes inmunizar a través del alimento. No necesitas vacunar con una jeringa a millones de pollos o peces. Solo les das de comer nuestra harina y se inmunizan desde el estómago”, apuntó el CTO de la startup.
Tres proyectos en curso
Actualmente, ByBug se encuentra en fase de validación de sus productos y tecnologías, con pilotos en desarrollo en la industria acuícola y avícola. La firma proyecta escalar su producción a nivel semi-industrial en el mediano plazo y convertirse en una plataforma de manufactura relevante a nivel global, contribuyendo a la mitigación de la contaminación ambiental y al desarrollo de soluciones sustentables para la salud animal.
Con este propósito, la compañía avanza en el proyecto de una vacuna oral para la gripe aviar, aún en fase experimental. Esta enfermedad infecciosa ha tenido un impacto devastador en la industria avícola mundial en los últimos años: desde 2022, más de 100 millones de gallinas han sido sacrificadas en Estados Unidos debido a sus brotes, ocasionando pérdidas económicas estimadas en aproximadamente 1.300 millones de euros hasta noviembre de 2024. Daniel Troncoso confirmó que la proteína de la solución ya está completamente diseñada.
El proceso de elaboración consistió en identificar los “hotspots” del virus (los puntos críticos donde se produce la infección) y desarrollar una molécula capaz de unirse a esos sitios para impedir que el virus logre adherirse a las células del animal. En términos simples, la estrategia permite colocar una barrera molecular entre el patógeno y su hospedero. Al administrarse en forma de alimento, esta proteína actúa directamente en el tracto digestivo, donde también se concentran células inmunes capaces de generar una respuesta defensiva.
“La gripe aviar es un virus tipo influenza. Para infectar, necesita unirse a receptores específicos en las células del animal. Lo que hacemos es diseñar una molécula que se une al virus y bloquea esa unión. Como se administra a través de la harina, genera inmunidad desde el sistema digestivo, que también alberga glóbulos blancos, linfocitos y mucosa. Así evitamos la infección o al menos la reducimos significativamente”, explica.
Además del caso de la gripe aviar, la empresa avanza en el desarrollo de un inmunoestimulante para la industria camaronera en Ecuador, un sector clave en las zonas costeras del país (hasta el 80% de estos crustáceos se pierde por este motivo). En este caso, están trabajando con un gran productor que enfrenta simultáneamente dos amenazas: el virus del white spot –una virosis altamente contagiosa– y las bacterias del género vibrio.
Para ambos problemas se están desarrollando nanoanticuerpos (o nanobodies), diseñados para bloquear la interacción entre el patógeno y su hospedero. Estos nanoanticuerpos se producen en larvas modificadas genéticamente que luego se procesan como harina o pellet. Al ser consumidos, inducen una inmunidad oral en los camarones, una estrategia especialmente valiosa en especies que no pueden ser vacunadas de manera convencional.
Hacer crecer la torta
Lejos de posicionarse como competencia directa de la industria farmacéutica veterinaria tradicional, ByBug plantea una propuesta complementaria. Su modelo no es el de un laboratorio que desarrolla y comercializa fármacos en solitario, sino el de una plataforma biotecnológica habilitante, capaz de integrarse a los sistemas productivos existentes o licenciarse a grandes compañías. La idea es ampliar el espectro de soluciones disponibles, especialmente en segmentos donde hoy no existe cobertura efectiva.
“Nuestra estrategia no busca reemplazar las vacunas inyectables u otras terapias convencionales, sino ofrecer alternativas masivas en nichos desatendidos, donde hoy no hay soluciones viables”, explica Troncoso, quien comenta que esta aproximación ha despertado interés de empresas avícolas de Estados Unidos, farmacéuticas veterinarias globales y productores acuícolas de América Latina y Asia, atraídos por una solución económica, no invasiva y aplicable a gran escala.
El impulso ha venido de la mano de recientes crisis sanitarias, como la gripe aviar, que han puesto en evidencia la necesidad de nuevas formas de inmunización animal. La propuesta de ByBug permitiría cambiar el actual paradigma, sin encarecer el costo por animal ni alterar la dinámica productiva: “El mercado está creciendo fuertemente y la demanda por soluciones nuevas se ha disparado. No competimos con las farmacéuticas, sino que hacemos crecer la torta: ampliamos el mercado al llegar a especies, entornos y regiones donde hoy no hay cobertura real”, concluye.