Santiago, junio de 2025. – En territorios con alto estrés hídrico, la acción colectiva entre agricultores, empresas y comunidades es clave para transformar los sistemas productivos y proteger los ecosistemas. Así lo plantea Kilimo este 5 de junio, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, con una mirada centrada en el suelo como punto de partida para cuidar el agua.
Con presencia en Chile, Argentina, Brasil, México y Estados Unidos, la startup ClimaTech ya ha acompañado la gestión de más de 8 millones de metros cúbicos de agua, en 220 mil hectáreas y junto a 1.200 agricultores. Esa experiencia territorial respalda su modelo de intervención, que se adapta al contexto de cada cuenca para avanzar hacia la seguridad hídrica.
“Pensemos el suelo agrícola como una esponja natural. Cuando está sano, retiene agua y protege cultivos. Hoy, el agua es el puente que une a quienes producen, a quienes invierten y a las comunidades. Regenerar el suelo es impulsar nuestra resiliencia”, afirma Andrea Ramos VP de Adaptación Climática de Kilimo.
Con la convicción de que cuidar la tierra es también cuidar el agua, Kilimo impulsa la agricultura regenerativa como una de sus tres líneas de intervención. Esta práctica propone una nueva forma de vincularnos con el entorno: restaurando la salud del suelo, se fortalece la capacidad de infiltrar y retener agua, se estabilizan los cultivos y se recuperan funciones ecosistémicas.
“No podemos hablar de gestión del agua sin mirar de frente al sector que más depende de ella: la agricultura. Si queremos avanzar hacia la seguridad hídrica, el compromiso del agro y de las empresas no es opcional: es urgente”, agrega Ramos
Cuencas en foco: el caso del Maipo
En Chile, Kilimo trabaja en la cuenca del Maipo, una de las más estresadas del país, responsable del 70% del agua potable y del 90% del riego en la Región Metropolitana. Allí se promueve la eficiencia hídrica, se identifican oportunidades para incorporar prácticas regenerativas y se monitorean variaciones en la disponibilidad del recurso a través de datos en tiempo real. Esta trazabilidad permite anticipar riesgos y adaptar decisiones a cada contexto.
Una metodología territorial, con resultados
El modelo de Kilimo parte de diagnósticos hídricos localizados y propone intervenciones diferenciadas según las condiciones de cada cuenca. Las tres líneas de acción que ofrece son:
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Gestión del riego con inteligencia artificial, para tomar decisiones informadas y precisas.
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Conversión a riego tecnificado, acompañando la adopción de tecnologías más eficientes.
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Prácticas de agricultura regenerativa, que restauran el equilibrio del suelo y contribuyen a la sostenibilidad productiva.
A esto se suma la participación corporativa directa en territorio. Las empresas que trabajan con Kilimo no solo financian proyectos: colaboran con agricultores locales e integran métricas de agua a sus estrategias ESG, aportando escala y continuidad a cada iniciativa.
“La seguridad hídrica no se construye desde afuera. Se construye en el territorio, con decisiones compartidas”, señala Ramos.
El agua como vínculo
La propuesta de Kilimo se distingue por su capacidad de medir y trazar cada intervención. Cada metro cúbico optimizado se convierte en evidencia que permite escalar soluciones y sostener procesos en el tiempo.
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Cuando el agua se gestiona como un bien común, el impacto se multiplica:
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Las empresas reducen riesgos operativos y reputacionales.
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Los agricultores aseguran la continuidad de su actividad con más herramientas.
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Las comunidades se benefician de cuencas más sanas.
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Y los ecosistemas recuperan biodiversidad y equilibrio.
“Este Día del Medio Ambiente nos recuerda que el cambio empieza cerca, en el suelo que pisamos. Regenerar el suelo es sembrar futuro: para el agua, para quienes cultivan y para quienes habitan cada territorio”, concluyen desde Kilimo.