La agricultura chilena se encuentra en un proceso de redefinición estratégica. Enfrentada a la escasez hídrica, la degradación de suelos y las exigencias de sostenibilidad de los mercados internacionales, la agricultura regenerativa emerge no solo como una tendencia, sino como un modelo productivo esencial para garantizar la competitividad y la resiliencia del sector.
Este enfoque, que busca activamente mejorar la salud del suelo en lugar de simplemente minimizar el daño, encuentra en la biotecnología a su aliado más potente para ofrecer beneficios directos a los productores del país.
Más Allá de lo Sostenible: El Rol del Suelo como Capturador de Carbono
La premisa central de la agricultura regenerativa es simple, pero de profundo impacto: tratar el suelo como un ecosistema vivo. Su aplicación se orienta a capturar dióxido de carbono (CO2 ) de la atmósfera y fijarlo en la tierra, aumentando la materia orgánica y, por ende, la fertilidad y resiliencia de los predios. Como hemos cubierto anteriormente en Portal Agro Chile, empresas innovadoras como Terragénesis, liderada por su CEO Carlos Meza, están impulsando la adopción de estas prácticas, enfatizando que no existe un modelo rígido, sino un conjunto flexible de técnicas que se adaptan a la realidad local.
Para el productor, el modelo se traduce en estrategias tangibles que impactan la gestión diaria. La práctica de no-labranza (cero labranza) es clave, pues al evitar labrar se mantiene intacta la estructura del suelo, se previene la erosión y se evita la pérdida de nutrientes esenciales. Asimismo, el uso estratégico de cubiertas vegetales (vivas o inertes) es fundamental, ya que estas protegen el suelo de la radiación directa, regulan la temperatura y, de manera crítica en Chile, mejoran la capacidad de retención de agua para la planta. Finalmente, el reemplazo de insumos sintéticos por fertilizantes orgánicos no solo reduce costos a largo plazo, sino que asegura una mejor calidad del fruto, mientras que la rotación y cultivos intercalados optimizan el rendimiento al aprovechar mejor los recursos. Este enfoque ha demostrado ser especialmente valioso en contextos de estrés hídrico, donde un suelo rico en materia orgánica puede retener mucha más humedad que un suelo degradado.
La Biotecnología como Catalizador de la Rentabilidad
La verdadera escalabilidad de la agricultura regenerativa se logra a través de la biotecnología. Esta disciplina no solo agiliza la transición, sino que maximiza sus beneficios de forma medible. El desarrollo de biofertilizantes y microorganismos benéficos permite a los agricultores enriquecer el suelo de manera natural, favoreciendo la fijación de nitrógeno y la absorción eficiente de nutrientes. Esto se traduce directamente en una reducción significativa del gasto en agroquímicos.
Además, la tecnología juega un rol crucial en la gestión de riesgos. Los avances biotecnológicos facilitan el desarrollo de variedades de semillas más resistentes a sequías y plagas, minimizando la necesidad de tratamientos fitosanitarios y reduciendo el riesgo de la inversión agrícola. Finalmente, la biotecnología aplicada ha desarrollado biosensores y herramientas de monitoreo en tiempo real. Estos dispositivos permiten medir la salud del suelo, el carbono almacenado y la biodiversidad microbiana, entregando a los productores datos cruciales para la toma de decisiones de precisión y la optimización de los recursos hídricos.
El Reto de la Transición y la Oportunidad para Chile
La transición hacia la agricultura regenerativa es un proceso gradual que requiere inversión inicial, tiempo y flexibilidad. Sin embargo, la integración con la biotecnología ofrece un salto cualitativo que reduce la incertidumbre y acelera los resultados.
Para Chile, con su fuerte vocación exportadora, este modelo productivo ofrece una ventaja competitiva sostenible. Al generar beneficios positivos para el ecosistema (captura de CO2, mejora de la biodiversidad) y al mismo tiempo optimizar la gestión del agua y reducir costos, la agricultura regenerativa puede consolidar la reputación del país como un productor de alimentos de alta calidad y bajo impacto ambiental. Es una inversión en la resiliencia económica de la economía rural, garantizando que el campo chileno siga siendo un motor de desarrollo sostenible para las próximas décadas.