- Este 4 de noviembre se celebra la 43ª sesión de la Conferencia General de la UNESCO en Uzbekistán, donde se reunirán 193 representantes de diferentes estados del mundo.
- El Consejo Ejecutivo de la UNESCO acreditará a Venezuela y su Centro de Biotecnología para la Formación en la Producción de Semillas Agámicas (CEBISA) como Centro Categoría II
4 de noviembre de 2025. – En el marco del Día Mundial de la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura celebra 80 años de compromiso con la paz, la cooperación internacional y el desarrollo sostenible este próximo 4 de noviembre de 2025.
Desde su creación en 1945, la UNESCO ha trabajado incansablemente por construir un mundo más justo e inclusivo a través de la educación, la cultura, la ciencia y la comunicación.
En 2025, Uzbekistán será sede de la 43ª sesión de la Conferencia General de la UNESCO, que se realizará en Samarcanda del 30 de octubre al 13 de noviembre. El encuentro reunirá a representantes de 193 Estados miembros y marcará la primera vez en cuatro décadas que esta conferencia se celebra fuera de la sede de París.
Además de la conferencia principal, en noviembre de 2025 se celebrará en Samarcanda la primera edición del Premio UNESCO-Uzbekistán Beruniy de investigación científica sobre la ética de la inteligencia artificial.
En esta edición se abordarán temas clave como el futuro de la educación, la ciencia y la cultura, la adopción de una nueva recomendación sobre la ética de las neurotecnologías, y el nombramiento del próximo director general de la UNESCO.
En medio de la sesión en Uzbekistán, el Consejo Ejecutivo de la UNESCO acreditará a Venezuela y su Centro de Biotecnología para la Formación en la Producción de Semillas Agámicas (CEBISA) como Centro Categoría II, convirtiéndolo en el único laboratorio de semillas en el mundo con esta distinción.
“El reconocimiento de la UNESCO reafirma que Venezuela es un territorio de paz, ciencia y desarrollo, comprometido con el bienestar de su pueblo y con la construcción de un futuro sostenible para la región y el mundo”, afirmó Gabriela Jiménez, ministra de Ciencia y Tecnología de Venezuela.
Fundado hace 16 años en Mucuchíes, estado Mérida, el CEBISA surgió gracias a la alianza entre la Red de Productores Integrales del Páramo (Proinpa) y el Estado venezolano. Hoy, este centro resguarda más de 80 variedades de papa nativa, junto con cultivos estratégicos como ñame, batata, ajo y café, adaptados a diferentes condiciones altitudinales y climáticas.
El trabajo del CEBISA contribuye directamente a 12 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente en los ámbitos de Hambre Cero, Acción por el Clima y Vida de Ecosistemas Terrestres, alineándose con la visión de la UNESCO de construir un mundo más equitativo, resiliente y sostenible.
“El CEBISA representa una experiencia única de articulación entre la ciencia, la producción campesina y el conocimiento tradicional, orientada a resguardar las semillas nativas, promover prácticas agrícolas sostenibles y fortalecer la seguridad alimentaria nacional”, explicó Jiménez, quien también es científica e investigadora.
¿Qué son las semillas agámicas?
Las semillas agámicas son aquellas que se reproducen sin fecundación, es decir, sin la unión entre un óvulo y un polen. Surgen a partir de tejidos de la propia planta —un proceso conocido como reproducción vegetativa o clonal—, lo que permite mantener idénticas las características genéticas de la planta madre.
Gracias a ello, los cultivos que nacen de semillas agámicas conservan su resistencia, sabor y adaptabilidad, garantizando cosechas estables y uniformes. Este tipo de reproducción es fundamental para preservar la diversidad agrícola, fortalecer la soberanía alimentaria y proteger especies nativas frente al cambio climático.
En el caso del CEBISA, esta tecnología se aplica principalmente a tubérculos como la papa, el ñame o la batata, cuya multiplicación por semillas tradicionales resulta difícil o inviable.
Finalmente, en sus 80 años, la UNESCO continúa celebrando historias que demuestran cómo la ciencia y la cooperación internacional pueden transformar realidades.
El caso de Venezuela y el CEBISA es un ejemplo tangible de cómo la innovación agrícola puede sembrar las bases de la paz, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria global.




































