La amenaza al estatus de país libre de la plaga, sumada al encarecimiento de los procesos productivos y las pérdidas económicas, ponen en riesgo la competitividad agrícola de Chile y su condición de país libre de esta plaga.
La mosca de la fruta, también conocida como mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata), una de las plagas agrícolas más dañinas a nivel mundial, ha vuelto a encender las alertas en Chile. Durante este año se han detectado más de 40 brotes entre las regiones de Arica y Parinacota y O’Higgins, lo que representa un serio riesgo para la posición de Chile como uno de los pocos países de la región libre de esta plaga.
Jaime González, docente de la Escuela de Agronomía de la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria de la Universidad Santo Tomás, Ingeniero Agrónomo, Magíster en Estrategia Internacional y Política Comercial, y ex Jefe Nacional Programa Moscas de la fruta del SAG, explicó que “la detección de un brote no implica perder automáticamente la condición de país libre de la plaga, pero sí obliga al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) a aplicar medidas de control y cuarentena que encarecen los procesos productivos y de exportación”.
Los principales mercados de fruta fresca chilena establecen protocolos especiales ante la presencia de brotes de esta plaga. En la práctica, ello significa que, dentro de un radio de 7,2 kilómetros desde el foco detectado, la fruta solo puede exportarse si cumple con un tratamiento cuarentenario específico, para asegurar que estén libres de organismos dañinos.
En el ámbito interno, estas medidas han generado importantes pérdidas productivas. “Toda la fruta que se encuentra dentro de las áreas reglamentadas debe ser sometida a tratamiento o destruida. Este año la situación ha sido particularmente compleja en la Región de Coquimbo”, señaló González, quien añadió que el SAG ha implementado un seguro agrícola para mitigar parte del impacto económico.
Un riesgo permanente para Chile
Chile es actualmente el único país de Sudamérica libre de la mosca del Mediterráneo, lo que obliga a mantener estrictos controles fronterizos y medidas de vigilancia permanente. “El ingreso de fruta contaminada desde países vecinos es una amenaza constante. Por eso resulta clave generar conciencia en la población sobre la importancia de no ingresar productos vegetales al país y de colaborar con las acciones del SAG”, subrayó el académico UST.
La mosca de la fruta afecta a más de 200 especies frutales —entre ellas cítricos, carozos, pomáceas, mangos, guayabas y pimientos—, pero es inofensiva para los seres humanos. Su impacto radica en las graves consecuencias económicas y comerciales que provoca para la agricultura chilena, uno de los principales motores de exportación del país.
Recomendaciones de los expertos UST
En cuanto a las medidas a seguir, desde la Escuela de Agronomía de la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria de la Universidad Santo Tomás subrayaron la importancia de reforzar el trabajo conjunto entre Estado, productores y ciudadanía.
El profesor Jaime González enfatizó que es fundamental fortalecer los controles fronterizos del SAG, ya que la única vía de ingreso de la plaga es a través de fruta introducida irregularmente por viajeros. Asimismo, recalcó la necesidad de profundizar la educación y la toma de conciencia pública, evitando traer fruta al país y apoyando activamente las acciones de cuarentena.
Por su parte, Álvaro Reyes Duarte, Director Nacional de la Escuela de Agronomía de la UST, añadió que resulta clave ampliar las coberturas del seguro agrícola existente e implementar mecanismos de apoyo complementarios, como créditos blandos y programas de recuperación productiva, que permitan sostener la competitividad del sector frutícola ante las pérdidas económicas.
“Chile tiene una oportunidad única de proteger su condición de país libre de la plaga, pero ello requiere una mirada integral que combine prevención, fiscalización y apoyo al sector agrícola”, puntualizó.