Un estudio reciente publicado en Nature demuestra que el calentamiento global dejó de ser una amenaza futura para convertirse en un factor presente, medible y urgente: entre 2000 y 2023, todos los episodios de olas de calor analizados fueron significativamente intensificados por el cambio climático; muchos de ellos se volvieron hasta 200 veces más probables que en el clima preindustrial.
Para Chile —un país que ha visto con preocupación los efectos de una larga megasequías, un incremento en frecuencia e intensidad de incendios forestales que destruyen cientos de miles de hectáreas, y temperaturas extremas que afectan la salud, agricultura y ecosistemas en general— estos hallazgos no son solo alarmantes, sino esenciales como herramienta para planificar la adaptación, algo extremadamente necesario.
Chile no sólo ve aumentar la frecuencia y severidad de las olas de calor: investigaciones también muestran que en la zona centro‑sur ha crecido la probabilidad de temperaturas extremas año tras año. En este sentido, diversos estudios han aportado evidencia que permite conectar estos desastres directamente con las emisiones que han sobrecalentado el planeta, convirtiendo lo que antes era un debate abstracto en una realidad tangible y cuantificable. Este enfoque científico tiene implicancias directas para la seguridad y economía chilena.
El cambio climático no es solo una crisis ambiental, también es una consecuencia directa de décadas de dependencia de combustibles fósiles. El estudio publicado en Nature demuestra cómo los eventos climáticos extremos pueden atribuirse cuantitativamente a las emisiones de grandes corporaciones fósiles, muchas de las cuales operan o mantienen vínculos comerciales con Chile.
Aunque nuestro país no es un emisor relevante, sí está entre los países más afectados. Por lo tanto, esta nueva capacidad científica para identificar responsables específicos abre un camino hacia la justicia climática internacional, donde naciones vulnerables como Chile podrían exigir compensaciones por daños.
Esto sitúa la crisis climática no solo en la agenda ambiental, sino también en la legal y ética, evidenciando la urgencia de una transición energética real, equitativa y con responsabilidades claras.
Carlos Esse Herrera
Director Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS)