La encuesta realizada por Cheaf a más de 5.800 personas en Argentina, Chile y México también revela que, a nivel domiciliario, más de la mitad de las personas encuestadas (54,2%) asegura botar comida una vez al mes o menos y 23,1% dice hacerlo entre 1 y 2 veces cada semana, cifra que se alza a 26,4% en Chile.
Con el objetivo de comprender el nivel de conocimiento en Latinoamérica sobre este problema, Cheaf dio a conocer los resultados de su Encuesta Regional sobre Percepción de Desperdicio de Alimentos 2025, la que preguntó a 5.858 personas en Argentina, Chile y México respecto de sus impresiones sobre este desafío, así como sobre los principales hábitos y soluciones para enfrentarlo.
Uno de los principales hallazgos dice relación con la importancia de crear regulaciones que permitan abordar el desperdicio de alimentos desde las políticas públicas: de hecho, a nivel regional, el 57,6% de las personas considera que debería existir una ley que obligue a donar o rescatar comida. En el análisis desagregado por países Chile lidera esta postura, con un 63,5% de las preferencias, seguido por México, con 56,2%, y Argentina, 55,3%.
“Pese a este interés mayoritario por contar con leyes que regulen sobre la materia, tanto en Argentina, como en Chile y México las personas no saben si en sus países ya existen normativas para combatir este problema”, comenta Kim Durand, cofundador y CEO de Cheaf. En efecto, mientras en Argentina, el desconocimiento sobre el marco normativo es el más alto de los tres países, donde un 71,8% de las personas encuestadas no sabe si existe alguna ley al respecto; en Chile también es considerable, con un 64%, y en México (país que tiene una ley que contempla la prevención del desperdicio como uno de sus pilares) llega a un 59,4%.
En este sentido, Elena López, cofundadora y COO de Cheaf, plantea que este alto desconocimiento de la población invita a reflexionar sobre cómo se está educando en esta materia. “Por cierto, es fundamental generar acciones y estrategias a nivel nacional para erradicar esta mala práctica, pero del mismo modo es clave acompañar estas acciones con la generación de conocimiento sobre el problema y las soluciones disponibles para abordarlo, para que las leyes que se publiquen no se conviertan en letra muerta”, reflexiona López
Cuando se pregunta quién está actuando de forma efectiva para reducir el desperdicio de alimentos, emergen brechas claras entre la percepción de distintos actores: a nivel regional, las organizaciones de la sociedad civil como ‘ONGs y bancos de alimentos’ son las mejor valoradas, seguidas por ‘supermercados’ y ‘personas y hogares’, ambas empatadas en la segunda posición; ‘restaurantes y pequeños comercios’, en tercer lugar, y ‘gobiernos’, en el último.
“Esta diferencia sugiere que la ciudadanía percibe que la respuesta al problema está siendo liderada desde las bases, pero que hace falta un acompañamiento más decidido desde lo institucional y del mundo empresarial”, puntualiza Durand, y añade que es clave el matiz que se evidencia tanto en Chile como en Argentina respecto del rol que han tenido los supermercados en esta materia, donde se ubican en segundo y tercer lugar (respectivamente) entre aquellos que están haciendo un mejor trabajo, mientras que en México estos comercios están ubicados en el penúltimo lugar.
Percepciones ciudadanas y hábitos domiciliarios
La Encuesta Regional sobre Percepción de Desperdicio de Alimentos también muestra que, en los tres países analizados la apreciación de este problema ambiental y social es alta, pero su urgencia y el nivel de información respecto de ella varían entre los países. Por ejemplo, a nivel regional, el 66,9% de los encuestados sabe que este desafío es responsable de hasta un 10% de la emisión de GEI en el planeta; pero en Chile ese porcentaje sube hasta un 79% mientras que en Argentina y México sólo alcanza un 62,3% y 63,3%, respectivamente.
Del mismo modo, 49,9% de los consultados considera que el desperdicio de alimentos contribuye mucho al cambio climático, cifra que en Chile se alza sobre la media a 55,2%, la más alta de los tres países (en México esta opinión es compartida por el 51,2% y en Argentina sólo llega a 45,3%).
Pese al alto grado de conocimiento e identificación del problema y su impacto ambiental, éste todavía no ha cruzado el umbral de urgencia para al menos la mitad de la población en ninguno de los países. Este dato es crucial, ya que la percepción de gravedad suele ser el primer paso para demandar o impulsar soluciones estructurales: en Chile, el 45,5% de la muestra cree que se trata de un asunto que requiere atención urgente, mientras que en México esta cifra es del 42,4% y en Argentina cae al 39,9%.
Consultadas sobre la frecuencia con que las personas botan comida a nivel domiciliario, más de la mitad de la muestra en la región (54,2%) afirma que lo hace solo una vez al mes o menos, lo que a primera vista podría interpretarse como un buen hábito. Sin embargo, el panorama se matiza al ver que casi una cuarta parte (23,1%) reconoce hacerlo una o dos veces por semana, y un 4,2% admite desperdiciar alimentos frecuentemente o siempre. En Chile, en tanto, un 52% dice botar comida una vez al mes; 26,4% lo hace una o dos veces a la semana; 4,3% lo hace frecuentemente o siempre, y sólo 17,3% dice no hacerlo nunca.
Asimismo, las personas reconocen que lo que más desperdician en sus hogares son comidas preparadas y/o sobras (62,12% de los encuestados así lo confirma) y frutas y verduras (54,89%); mientras que la principal causa de este desperdicio es que los alimentos se descomponen antes de poder usarlos (62,87% de la muestra asegura esto), tendencias que en general se mantienen en Chile.
Frente a esta realidad, la mayoría de las personas en la región ya pone en práctica algunas acciones concretas para reducirlo, entre las que destacan: ‘congelar alimentos para conservarlos’, 71,6% seleccionó esta opción (que en Chile sube a un 76,45%); ‘planificar las compras’, con 53,37%, y ‘reutilizar sobras o cocinar con excedentes’, con 49,67%.
Frente a estos resultados, Elena López destaca que esta investigación evidencia que la planificación de compras, el almacenamiento y la conservación siguen siendo retos clave para reducir el desperdicio de estos en los hogares. “Aunque las personas mayoritariamente entienden el impacto de este problema, reconocen desperdiciar una cantidad importante de alimentos en sus casas y que esto ocurre, en general, por una mala planificación doméstica de las compras y cantidades a preparar. Abordar estas causas con soluciones prácticas, como recetas de rescate o guías de conservación, puede marcar la diferencia entre que un alimento llegue a la mesa o termine en la basura”, sostiene López.