La innovación y la inversión en sostenibilidad son claves para asegurar que la producción de proteínas pueda coexistir con la salud del planeta.
La ganadería intensiva se ha consolidado como un pilar fundamental para satisfacer la creciente demanda mundial de proteínas. Este modelo, basado en la maximización de la producción y la minimización de costos mediante la intensificación de factores de capital, ha permitido abastecer a miles de millones de personas con alimentos a precios competitivos. Sin embargo, su impacto en la sostenibilidad global ha puesto al sector en el centro del debate medioambiental.
El Modelo Intensivo: Eficiencia y Desafíos
La ganadería intensiva busca la eficiencia industrial: altas densidades de animales, control estricto de la alimentación y ciclos de cría acelerados, todo soportado por una compleja cadena de suministro global. Sus principales ventajas radican en la capacidad de producción masiva y los bajos precios que ofrece al consumidor.
No obstante, esta eficiencia tiene un alto costo ambiental, conocido como su huella de carbono. Las cadenas de suministro ganaderas representan aproximadamente el 14,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), una cifra que exige atención prioritaria por parte del sector agropecuario mundial.
La Huella Ambiental Detallada
Si bien los procesos digestivos del ganado (fermentación entérica) generan metano –un GEI potente–, el artículo de BBVA Sostenibilidad destaca que, para el modelo intensivo, el impacto más significativo está asociado a las emisiones de CO2 de toda su cadena de valor.
Estas emisiones provienen de una amplia gama de actividades que van desde la producción de insumos hasta la entrega final del producto:
Cultivo de Piensos: Uso de maquinaria agrícola, producción de fertilizantes e insecticidas, y el carbono liberado al arar el suelo.
Infraestructura y Logística: Energía consumida en el bombeo de agua, el procesamiento, el transporte del animal al matadero y la posterior distribución de productos cárnicos.
Impacto Local: El manejo de grandes volúmenes de purines (residuos y excrementos), que implica un alto riesgo de contaminación de aguas, y el gran consumo de recursos hídricos.
Es importante destacar que el informe de la FAO citado en el análisis señala que casi dos tercios de las emisiones totales de GEI de la ganadería están relacionadas con la producción bovina.
El Camino Hacia la Sostenibilidad Agropecuaria
Frente a la encrucijada entre la necesidad de alimentar al mundo y la urgencia climática, el sector agropecuario, incluido el chileno, tiene el desafío de implementar soluciones que mitiguen este impacto.
Los expertos sugieren que la ganadería puede desempeñar un papel fundamental en la mitigación mediante la adopción de prácticas más circulares y tecnológicas:
Tratamiento y Gestión de Aguas: Implementación de sistemas avanzados de recolección, depuración y purificación del agua.
Manejo de Purines: Gestión eficiente y tratamiento de los residuos para reducir la contaminación y, potencialmente, convertirlos en recursos.
Economía Circular: Integración de acciones y tecnologías que permitan el reuso de subproductos y la reducción de desechos en todas las etapas del proceso productivo.