- Cada vez más empresas están incorporando modelos de negocio que combinan impacto social o ambiental con crecimiento económico. Este enfoque, conocido como economía de propósito, está dejando de ser exclusivo de grandes corporaciones y comienza a instalarse como una alternativa estratégica para pequeñas y medianas empresas que buscan diferenciarse, abrir nuevos mercados y mantenerse financieramente estables.
Según datos de País Circular, en Chile ya existen 271 Empresas B certificadas, que emplean a más de 35 mil personas y representan el 1,55% del PIB. Aunque muchas comenzaron como emprendimientos, hoy forman parte activa de una economía que prioriza el triple impacto. A nivel global, el mercado de consumidores eco-activos ya mueve más de 500 millones de dólares al año, y se proyecta que supere el billón en 2027. De hecho, según un estudio de Kantar, uno de cada cuatro consumidores se considera eco-activo, lo que marca una tendencia clara en los hábitos de consumo y exige respuestas más conscientes por parte de las marcas.
Este tipo de crecimiento también abre oportunidades para acceder a financiamiento, reducir costos operacionales y construir relaciones más sólidas con clientes. “Las empresas con propósito están mejor preparadas para responder a las exigencias del mercado y también a los desafíos futuros, convirtiéndolas en formas de negocios más sostenibles en el tiempo”, explica Manuel Lencero, CEO y fundador de Unlimited, fundación que apoya a emprendedores sociales con foco en equidad y sostenibilidad
En paralelo, si bien el 90% de las grandes empresas chilenas reportan su desempeño en sostenibilidad, aún existen brechas importantes: solo el 38% identifica riesgos sociales y apenas el 41% trabaja con indicadores ESG para la medición de objetivos. Esto puede ser una ventaja para las empresas que partan con el impacto integrado desde el inicio, ya que les permite moverse con mayor agilidad frente a los cambios regulatorios y de consumo.
En Europa, el propósito ya dejó de estar asociado únicamente al marketing, hoy ocupa un rol estratégico en grandes compañías. La inversión de impacto, por ejemplo, superó los 2.400 millones de euros en 2021 y se estima que ese mercado alcance los 1.200 millones en 2025. Este tipo de inversión busca resultados sociales y ambientales medibles, lo que abre una puerta concreta para emprendimientos con impacto claro.
“Chile cuenta con sectores estratégicos como la minería, energía y agroindustria, el país tiene la oportunidad de cumplir con una ciudadanía que es cada vez más informada y exigente. Las empresas deben preguntarse qué problemas están ayudando a resolver y qué huella están dejando”, agrega el CEO de Unlimited.
Para las empresas, sumarse a esta ola implica integrar el impacto en la estrategia central, colaborar con aliados clave, diversificar sus fuentes de financiamiento y formar parte del ecosistema de impacto. Porque, como ya lo demuestran las cifras, las empresas con propósito no solo se adaptan mejor, también innovan más y construyen relaciones duraderas con su entorno.