José Tomás Quezada, gerente general de Agrícola Siemel, tiene una mirada optimista, pero realista, sobre el futuro de la industria chilena de la ciruela deshidratada. Si bien se proyecta un aumento cercano al 20% en la oferta entre 2025 y 2030, este crecimiento plantea el desafío de seguir desarrollando mercados y mantener el equilibrio entre oferta y demanda para sostener precios y rentabilidad en el tiempo.
“Durante la última década, la demanda internacional se ha mantenido estable, aunque sin un crecimiento relevante”, señala Quezada. “China ha tenido un rol importante como destino, compensando la menor demanda de otros mercados.
Paralelamente, se está invirtiendo en India con el objetivo de dar a conocer la ciruela deshidratada chilena en dicho país; las empresas socias de ChilePrunes, por medio de la asociación, están desarrollando una campaña promocional que apunta a aumentar el consumo. Este trabajo podría replicar, en cierta forma, lo que se hizo en China una década atrás y que hoy muestra excelentes resultados”.
En Chile, todo indica que la producción seguirá creciendo a corto y mediano plazo. Este crecimiento en la oferta responde a que, hoy, en los viveros se están desarrollando ciruelos para reemplazar superficie ya establecida y para nuevos proyectos que amplían la superficie productiva del país. De mantenerse este ritmo, a 2030 Chile se podrían alcanzar alrededor de 16.500 hectáreas plantadas, frente a las más de 13.500 hectáreas actuales de ciruelo europeo. La Región de O’Higgins concentra la mayor superficie, con casi 10.000 hectáreas, equivalentes a más del 70% del total nacional.
Un árbol de ciruelo europeo tarda 3 a 4 años en entrar en plena producción y puede ser productivo entre 20 y 25 años.
En 2025, la producción total de ciruelas alcanzó 112.500 toneladas métricas (TM), de las cuales 14.000 TM se destinaron a fruta fresca (equivalentes secas), mientras que 98.500 TM quedaron disponibles para la industria de deshidratado.
“La oferta de ciruelas deshidratadas podría crecer alrededor de un 20% en los próximos años. El negocio sigue siendo atractivo, pero requiere una mirada de largo plazo: sostenibilidad, búsqueda de nuevos mercados, fortalecimiento de los canales de comercialización, desarrollo de presentaciones innovadoras y estandarización de la calidad son factores clave para mantener la rentabilidad”, dice.
José Tomás Quezada, concluye que la industria chilena de la ciruela deshidratada vive un momento de oportunidades y desafíos, donde la clave estará en seguir mejorando la productividad, fortalecer la promoción internacional y consolidar una oferta sostenible que permita mantener la competitividad de Chile en el largo plazo. “Con trabajo coordinado entre productores, exportadores y entidades gremiales, el sector puede seguir creciendo con equilibrio y consolidar su proyección global, manteniendo a Chile como el mayor productor y exportador de ciruelas deshidratadas del mundo, un logro que pocas industrias agrícolas nacionales han alcanzado”.


































