• La producción de alimentos requiere enormes cantidades de agua: para 3,7 millones de toneladas que se estima se desperdician anualmente en Chile, se usan unos 2,34 km³, más de tres veces el volumen del Lago Rupanco. Especialistas llaman a trabajar en conjunto para generar soluciones reales que contribuyan a la mitigación de este problema. 

Las recientes lluvias y las inundaciones registradas en los últimos dos años nos pueden hacer olvidar que Chile es un país con problemas de seguridad hídrica graves. De hecho, según el World Resources Institute (WRI), el estrés hídrico en el país para 2050 será “extremadamente alto”, siendo parte así de la veintena de países que más sufrirán problemas por la escasez de este recurso.

En esta línea, el Informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, elaborado por el Programa Mundial de Alimentos en 2024, alertó que una de cada 11 personas en el mundo padece hambre, y que una de las causas para este problema sería la falta de agua para la producción de alimentos en algunos lugares. En efecto, un nuevo análisis del WRI muestra que una cuarta parte de los cultivos mundiales se realizan en zonas con un suministro de agua muy estresado, muy inestable o ambas cosas, y que riesgos crecientes, como el cambio climático y la cada vez más intensa competencia por el agua, amenazan el suministro del recurso y, a su vez, la seguridad alimentaria; en este escenario, cultivos como el de arroz, trigo y maíz, que aportan más de la mitad de las calorías alimentarias mundiales, son particularmente vulnerables.

La reciente conmemoración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía nos invita a pensar en soluciones a estos problemas, donde parece ser clave generar políticas públicas que le permitan a los territorios anticipar ciclos relacionados con mega sequías y otros eventos meteorológicos extremos relacionados con la disponibilidad de agua, prepararse para su llegada y ser más resilientes frente a su mayor ocurrencia y severidad producto de la crisis climática. 

Sin embargo, en estos esfuerzos poco se habla de la importancia de controlar e, idealmente, erradicar las prácticas que conducen a la pérdida y desperdicio de alimentos. Benjamín De Oto, Country Manager de Cheaf Chile, destaca que anualmente más de 1.050 millones de toneladas de alimentos terminan en los basurales en el mundo, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. “Si consideramos que, según cifras del Banco Mundial, el 70% del agua se utiliza en la industria de la agricultura, nos damos cuenta que con el mal hábito de desechar alimentos, también estamos botando agua, un recurso tan valioso, como escaso en estos días”, asegura al respecto De Oto. 

Uri Colodro, coordinador de Cambio Climático y Ciudades de WWF Chile, explica que la producción de alimentos requiere enormes cantidades de agua: para 3,7 millones de toneladas que se estima se desperdician anualmente en Chile, se usan unos 2,34 km³, más de tres veces el volumen del Lago Rupanco. “Este dato nos invita a reflexionar sobre el enorme impacto que tiene el consumo de agua en la producción alimentaria y la urgente necesidad de cuidar este recurso vital”, señala. “La relación entre agua y alimentos es clave para la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria, por lo que, en este sentido, el desperdicio de alimentos agrava la crisis hídrica. Reducir pérdidas desde la cosecha hasta el consumo no solo protege el agua, sino que también ayuda a frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, subraya Colodro.

De Oto concuerda con esta mirada y considera que, por ello, es vital generar más iniciativas y nuevas regulaciones que se hagan cargo del desperdicio de alimentos en nuestras sociedades, para evitar que los vertederos se sigan llenando de alimentos y, con ellos, de un recurso tan valioso como escaso: el agua. “Sabemos que el desperdicio de comida no es un accidente en la cadena productiva, sino que es parte de un sistema de consumo que necesita ser repensado y actualizado a la realidad de nuestras sociedades. Seguir botando alimentos y recursos es una realidad que ya no nos podemos permitir”, puntualiza el Country Manager de Cheaf.

En este sentido, Colodro pone en relieve el trabajo que se viene desarrollando en términos de incidencia a nivel nacional. “Es fundamental avanzar en políticas públicas efectivas que promuevan la reducción del desperdicio de alimentos, combinando incentivos para buenas prácticas y sanciones para quienes no las cumplan. En este contexto, WWF junto a otras organizaciones y actores de toda la cadena alimentaria están aportando conocimientos clave para la elaboración de la Estrategia Nacional para Prevenir y Reducir la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos en Chile, liderada por el Gobierno, un paso decisivo hacia un futuro más sostenible”, destaca el profesional. 

Para los especialistas, es fundamental que la sociedad en su conjunto -Estado, sociedad civil, sector privado, academia y ciudadanía- continúe trabajando en generar soluciones reales que contribuyan a la mitigación de este problema y que entre todos podamos crear innovaciones que permitan valorizar los alimentos, en vez de perderlos y/o desperdiciarlos.

Acerca de Cheaf

Cheaf es una aplicación móvil que contribuye a reducir el desperdicio de comida. Su plataforma tecnológica le permite a supermercados, restaurantes y tiendas ofrecer sus excedentes, mientras que los clientes tienen la oportunidad de rescatar paquetes de alimentos con un alto porcentaje de descuento. Comenzó sus operaciones a mediados de 2020 en Ciudad de México y en 2023 inició su plan de expansión al resto de la región abriendo oficinas en Chile, país donde se ha enfocado en el segmento de supermercados y donde, en poco más de un año de operación ha logrado el rescate de más de 1.000.000 de kilos de comida. Cheaf es una alternativa donde comercios y consumidores participan para reducir el desperdicio de comida y la huella de carbono que esto genera.

Acerca de WWF

WWF es una de las organizaciones independientes de conservación más grandes y con mayor experiencia en el mundo, con cerca de 5 millones de personas que la apoyan y una red mundial que trabaja en más de 100 países. WWF trabaja por un Planeta Vivo y su misión es detener la degradación ambiental de la Tierra y construir un futuro en el que el ser humano viva en armonía con la naturaleza: conservando la diversidad biológica mundial, asegurando que el uso de los recursos naturales renovables sea sostenible y promoviendo la reducción de la contaminación y del consumo desmedido.

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