Como forma de seguir innovando en la entrega de información a la ciudadanía, CIREN y Odepa integraron un nuevo modelo ambiental para el análisis de datos registrados en el Catastro Frutícola. anualmente el levantamiento del Catastro Frutícola para una o varias zonas del país.
La Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) financia y supervisa anualmente el levantamiento del Catastro Frutícola para una o varias zonas del país, ejecutado por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren). Gracias a esta investigación es posible saber la superficie plantada de diferentes especies, métodos de riego utilizados, producción en predios y su destino e infraestructura instalada en la agroindustria de la región.
Con el avance de la industria han surgido nuevas necesidades de información. Por ello, en 2024, se instaló un “módulo ambiental” que permite identificar y caracterizar la producción de frutales a través de prácticas de manejo de suelo, uso de fertilizantes, agroquímicos, plaguicidas, fertilizantes y certificaciones.
Por otra parte, la información obtenida aportará en la creación de medidas que inviten a los productores y productoras a la adopción de prácticas más sustentables que convivan con la biodiversidad de la zona y que tengan el propósito de aumentar la producción de alimentos
Región del Maule destaca por sus buenas prácticas
La implementación del módulo ambiental se aplicó en las regiones del Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. La primera de ellas resaltó porque el 96% de la superficie de la región del Maule cuenta con algún tipo de certificaciones, entre las que destacan: Certificación de Buenas Prácticas (70%), Certificación de Comercio Justo (11%), Certificación de Agricultura Sustentable (12%) y Certificación Orgánica (2%). Estos porcentajes corresponden a 97.418 ha y a 3.881 explotaciones.
En adición a lo anterior, el 91% de las explotaciones lleva un registro de aplicaciones de agroquímicos, 43% de la superficie utilizó prácticas sustentables en el uso de fertilizantes (fertilizantes orgánicos, mezclas comerciales; enmiendas, estiércol, purines, bio-preparados, entre otros), y el 8 % de la superficie utilizó prácticas sustentables en el control de plagas (plaguicidas orgánicos, naturales, caseros y control biológico de plagas).
El alto nivel de certificación contrasta con desafíos específicos: hay importantes brechas en la implementación de prácticas sustentables, especialmente en el manejo de plagas. La región está en rumbo hacia una producción sustentable, pero necesita fortalecer la adopción efectiva de técnicas sustentables.